Microrrelatos del curso 2023-24 (I)

La asignatura Lengua Española IV, del grado en Traducción, Interpretación y Lenguas Aplicadas (interuniversitario entre la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña y la Universitat Oberta de Catalunya) ha propuesto, como otros años, una actividad de redacción de microrrelatos.

Ofrecemos algunos de los que ha escrito el alumnado, en una serie de tres entradas. Este curso, la propuesta partía de la serie de animaciones Boredom & Hallucinations,  realizada por Laia Solé, artista plástica y profesora de la UVic-UCC. La propuesta proponía partir de una o varias de estas animaciones como base para desarrollar un discurso personal.

Publicaremos estos microrrelatos en tres entradas de Tradiling. Cada uno de ellos está precedido por el nombre de la persona responsable de su autoría. Después, puede seguir (puesto que no siempre se propone), en cursiva, una contextualización respecto a los vídeos; a continuación, en negrita (igualmente, si se ha propuesto), el título, y, finalmente, el propio microrrelato.

Iman Akarkach Mohamed

La sombra maldita

Intentó hablar con sus extremidades: primero con el brazo derecho, luego el izquierdo y, por último las piernas, pero nadie respondía, la voluntad hacía ya años que no servía y, por más que quería salir de la cama, su sombra la retenía. A veces le ganaba el pulso, a veces perdía, y cuando esto ocurría, discutían:

—¿Por qué has venido a destruirme?

—Has decidido hacerlo tú misma.

—No es cierto. Quiero vivir, quiero reír, quiero ser feliz.

—Hazlo, pues.

—¡No me dejas! Me opacas con tu sombra, me abrazas tan fuerte que me asfixias, me agotas, y tomas toda mi energía.

—Tu eres dueña de tu cuerpo y de tu vida, si quieres ser feliz lucha por ello, yo no te lo impido, solo miro.

—¡Mentira! Te ordeno que salgas de mi cabeza y que desaparezcas de mi vida.

—No puedo, tú y yo somos uno, y si me haces desaparecer, te llevaré conmigo. Te quiero tanto que mi vida depende de la tuya, ¿o no ves que soy la única que te responde cuando nadie lo hace? No ves que siempre estoy cerca de ti, que nunca te abandono… solo me queda conquistar tu corazón y, el día que lo haga, habré vencido y tu cuerpo será al fin mío.

Amparo Almenar Llácer

Del mismo modo que la pandemia del COVID-19 inspiró a Laia Solé a realizar estas animaciones y la llevó a explorar sobre determinadas actitudes e ideas como el esfuerzo, la rutina, la futilidad y el espacio doméstico, yo he recordado ciertos sentimientos como la soledad, el desamparo, la desesperanza y la pérdida y me ha salido este microrrelato.

Asida fuertemente a algo que no terminaba de reconocer, luchaba incansablemente contra las algas. No lograba avanzar por mucho que moviera los brazos en todas direcciones. Ni siquiera era capaz de abrir los ojos, aunque intuía que tampoco le serviría de nada. La oscuridad era terrible. Una vista aérea le ofreció una imagen de sí misma sola, flotando apenas en un inmenso mar de color parduzco. Nadie alrededor. Sin poder avanzar ni retroceder, se encontraba sin resuello. De repente, tomó conciencia de que portaba un enorme peso en la espalda. El desaliento, la culpa, la depresión se habían hecho aliadas en forma de joroba. Fue entonces cuando empezó a oír un insistente sonido agudo. Alargó el brazo y dio un manotazo con el que apagó el despertador. Sintió un regusto amargo en la boca. Abrió los ojos y se incorporó. Fue directa a la ventana. No vio a nadie. Recorrió su diminuto apartamento, pero tampoco encontró a nadie. Le costó asimilar que su madre ya no estaba, que nunca iba a volver a estar. Corrió de nuevo hacia la cama, se cubrió la cabeza con el embozo, se hizo un ovillo y comenzó a sollozar amargamente.

Sandra Biosca Mira

Las viñetas que me han servido de inspiración para este microrrelato han sido la primera, la quinta y la sexta. El desafío que supone para los seres humanos aislarse, permanecer en soledad y tener que reinventarse para sobrevivir es la situación en la que se encuentra la dragona protagonista del microrrelato cuando se ve obligada a adaptarse y vivir en sociedad, algo que no acostumbran a hacer los dragones en la mitología.

La dragona Serendipia

El sol se iba poniendo mientras caminaban hacia la aldea. El camino desde el lago era incómodo por la humedad, la abundante vegetación y los insectos voladores que chocaban con la cara. Serendipia, la dragona, había decidido aceptar la invitación de Azahara y quedarse un tiempo a vivir en la aldea. Desde su punto de vista, no podía ser peor que su actual situación. Una profunda y desgarradora tristeza la arropaba desde que intentaron matarla para echarla de su cueva. Dada su incapacidad para escupir fuego, no le quedaba más remedio que huir. Además, a pesar de que los dragones son seres que prefieren la soledad, la idea de sentirse útil ayudando con el riego de los arrozales le gustaba un poco.

—Entonces, ¿es verdad que escupes agua? —le preguntó Azahara.

Serendipia agachó el cuello, separó las alas de su cuerpo, abrió la boca y apareció un chorro de agua que brotaba desde su garganta formando una perfecta parábola que terminaba derramándose al pie de un tilo común.

—¡Increíble! Pensaba que se trataba solo de una leyenda que mi abuelo me contaba de niña. ¡Ya verás qué contentos se ponen en la aldea! Este año vamos a conseguir inundar los arrozales a pesar de las escasas lluvias.

Sara Chergui Salmi

Mi microrrelato se basa en el cuarto vídeo. La sociedad o nuestro entorno nos exigen perseguir sueños que quizás no son lo que realmente deseamos. Como ejemplo de ello, tenemos este vídeo, trata de un hombre culturista que se da cuenta de que su verdadera pasión es la danza. ¿Y por qué no practicar lo que te gusta? En este caso, ambas actividades.

Alex era conocido como el chico culturista más prometedor en su ciudad. Pasaba horas y horas en el gimnasio, entrenando su cuerpo y superándose a sí mismo. Sin embargo, un día, por casualidad, se encontró con una clase de ballet que se impartía en una sala del mismo edificio.

A partir de ese momento, pasaba intrigado cada día para poder contemplar las clases desde fuera. Días más tarde, decidió probar una clase. Al principio, se encontraba muy descoordinado y torpe, pero, a medida que sentía la música, algo en su interior despertó. Sus músculos se relajaron, descubrió una elegancia y delicadeza que nunca había experimentado y se dejó llevar por la armonía de la danza.

El joven atleta se dio cuenta que su verdadero don no era la fuerza de sus músculos, sino la elegancia de sus movimientos. Dejando a un lado su obsesión por ser el mejor culturista, se sumergió en un mundo repleto de ballet, donde encontró una nueva manera de expresión, alegría y libertad.

Cristina Díaz Camargo

La luz visible

Tras varios días en cuarentena, recordé a mi padre, él era científico y solía comparar la vida con el espectro electromagnético de la luz visible.

«El color es una propiedad de la materia», decía, «es un juego de absorber y expulsar partículas».

«Puede que ahora no lo comprendas, cariño, pero, créeme, algún día sí lo harás», me dijo.

«Todas las decisiones que irás tomando a lo largo de tu vida tienen un color y, cada uno de ellos, una frecuencia. Esta te acerca a diferentes personas y lugares, como cuando la luz visible absorbe o expulsa partículas. Recuerda, hija mía, el blanco no es un color, es la suma de todos. Por tanto, no se encuentra en el espectro de la luz, sino que se forma por cada uno de los colores que existen. Es lo que ve el ojo humano cuando se unen de la mano. Imagina que un haz de luz blanca impacta sobre un objeto y este refracta algunas partículas y refleja otras.»

Estoy aterrada, «¿qué hago hoy?», me pregunté.

Decidí que, en este momento, más que nunca, debemos estar juntos, como cuando los colores se dan la mano para formar el blanco. «Hoy me quedo en casa».

Montserrat Fernández Grandal

Me he inspirado en varias de las animaciones.

Nagore vivía en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas. Era una joven alegre y vivaracha, aunque tenía que convivir con el miedo a las alturas. Además, sus padres, que eran pastores, le prohibían salir con el rebaño porque consideraban que podía ser peligroso, lo que acrecentaba sus temores, su monotonía y aburrimiento.

Un buen día le llegó la noticia de que uno de sus amigos de la infancia estaba perdido en la cima. Era un día frío y tormentoso, por lo que nadie se aventuraba a salir en su búsqueda. Decidida a vencer sus miedos y a encontrarlo, Nagore emprendió la difícil ascensión y, cada vez que sentía que el miedo se apoderaba de ella, recordaba su objetivo y continuaba adelante.

Al llegar a la cima no encontró a su amigo. Sin embargo, halló el coraje que había crecido dentro de ella en el transcurso de su travesía. Con esa nueva confianza, descendió de la montaña y, al volver al pueblo, comprobó que su amigo ya había regresado y se encontraba bien. Desde ese momento, decidió salir todos los días y se convirtió en una pastora hasta el final de su vida.

Chantal Gohlke

Las seis animaciones de Laia me inspiraron para escribir el siguiente microrrelato.

—Ya no quiero volver a vivir lo mismo —sollozaba.

—¿Y quién te dice que vas a volver a vivir lo mismo una y otra vez?

—Es que tengo miedo de repetir los mismos patrones.

Cuando finalmente despertó de la pesadilla, todos ya se habían retirado: el maestro, la mentora, los guías espirituales y demás acompañantes. Solo la gatita de color miel seguía dormida a su lado derecho, a la altura de su hombro. Ella sabía que este animalito había llegado a su vida para acompañarla en sus momentos más oscuros.

De pronto se dio cuenta de que también la ansiedad había desaparecido. Fue como si alguien le hubiera quitado el velo de sus ojos que no la dejaba ver claro.

—Se me hace que me acostumbré tanto a tener miedo de que ya ni me di cuenta cuando se había ido la razón por la que tuve tanta ansiedad… —pensó y volvió a quedarse dormida abrazando a la gatita.

Daniel Martínez Muñoz

Me he inspirado a grandes rasgos en todas las animaciones, pero solo transversalmente.

Cambio de vida

En un pequeño gimnasio de barrio de Alcalá de Henares, Siro comenzaba sus entrenamientos después de haber llevado una vida sedentaria durante la mayor parte de su vida. Salvo las señoras mayores, todo el mundo estaba con cuerpos esculturales, dignos de ser replicados en mármol y puestos en un museo por los siglos de los siglos y luego estaba él, Siro, una bola de grasa y pelo.

Suspiró y comenzó a hacer los ejercicios. No había otra solución. Empezó a comer bien, practicaba ejercicio cuatro días a la semana. Pasaron seis meses y decidió pesarse en ese artilugio del demonio llamado “báscula”. No se había movido ni un ápice. Estaba exactamente igual. Dio una patada a la báscula y se fue por una hamburguesa al bar de al lado de la estación.

El camarero, un chico alto, pálido, atlético y con el flequillo largo, le sonrió. Le dijo que se había fijado en él en el gimnasio y que no desesperase, que siempre al principio es lo más complicado. Quedaron para ir juntos a entrenar y quién sabe si para ir también al gimnasio.

 

 

 

Marcos Cánovas

About Marcos Cánovas

Profesor titular. Departamento de Traducción, Interpretación y Lenguas Aplicadas, Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña
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