
Símbolos de corrección
No hay duda de que uno de los perfiles que forman parte del ámbito profesional de las lenguas aplicadas, y por consiguiente de la formación académica que deba capacitar para ejercer en dicho ámbito, se refiere a la faceta, ya de por si poliédrica, del corrector de textos (de estilo, de pruebas…).
Son distintas las tradiciones disciplinarias, académicas y profesionales en los distintos ámbitos lingüísticos. Lenguas asentadas y con situaciones desahogadas han perpetuado la figura del corrector de textos “incrustado”, por así decir, en las empresas editoriales y periodísticas –aunque hoy ello está en discusión y la crisis ha tendido a hacer disminuir su número, como se recordó en el reciente X Seminario Internacional de Lengua y Periodismo celebrado en San Millán de la Cogolla (La Rioja) en octubre de 2015. A su vez, en esos contextos y en general, el recurso al “manual de estilo” de cada organización mantiene su vigencia, en competencia con aplicaciones informáticas (que, sin embargo, no cumplen una función idéntica, como es sabido).
En el caso de lenguas que han vivido períodos de postración y relegación pública y educativa, la llamada “normalización lingüística” ha hecho emerger otra perspectiva respecto a este campo. Existe una ya larga experiencia, en el caso catalán por ejemplo, en lo que respecta a los profesionales de servicios lingüísticos en instituciones públicas (también en empresas, aunque en menor medida) y se ha promovido una “cultura” del asesoramiento lingüístico que tienda, más que a la corrección a posteriori por parte de un experto, a la autoformación y a la autonomía del usuario.
Ambos modelos no son incompatibles, pueden distinguirse niveles y ámbitos de aplicación y pueden, a su vez, a mi juicio, “aprender” el uno del otro y recíprocamente.
Existen en el mercado numerosos manuales de apoyo para la corrección de textos y para la redacción, instrumentos de consulta útiles con los errores más frecuentes, comentados, etc. No hace falta citarlos con detalle. Tanto en español como en catalán, por referirme a nuestro espacio cultural inmediato. Sin embargo me gustaría llamar la atención sobre una obra aparecida en Barcelona en 2015: Estilo rico, estilo pobre. Todas las dudas: guía para expresarse y escribir mejor (Debate), a cargo del corrector de larga trayectoria Luis Magrinyà Bosch (Palma de Mallorca, 1960).
A pesar del subtítulo (que pretende remitir a un manual al uso) su contenido se centra en una selección de imprecisiones o errores de lengua y de estilo, procedentes de su trabajo profesional, a los que somete a comentario con una cierta profundidad. El autor define la obra como “libro de experiencias”.
Imposible aducir aquí ni siquiera algunos de los aspectos que trata. Eso sí, su lectura no solo resulta muy amena, sino que puede redundar en una mejora ostensible de nuestros textos periodísticos y narrativos, y sin duda ayudará a todos a no bajar la guardia ante la proliferación de clichés que, procedentes de otras lenguas, se introducen en el lenguaje cotidiano sin discusión, a través de múltiples canales entre los que se encuentra… la traducción de novelas del inglés, por ejemplo. Así que, para traductores en formación, lectura muy recomendable.