El avance de la presencia de la tecnología en la interpretación es innegable, como lo es la necesidad de formación en las universidades y a lo largo de toda la vida profesional.
La interpretación remota, tanto de enlace como simultánea (RSI), la SimConsec, el software específico para la preparación de glosarios, el reconocimiento de voz, etc. están ya presentes hoy y lo estarán mucho más en el futuro inmediato.
Si hacemos un poco de historia, veremos que la interpretación remota, en el sentido amplio, no es tan reciente como parece. En su libro Telephone Interpreting. A comprehensive guide to the profession, Nataly Kelly (2008: 5-9) explica que la interpretación telefónica nació en Australia en 1973 como un servicio gratuito, en respuesta a las oleadas de inmigrantes que llegaban al país y que no hablaban inglés.
En Estados Unidos la interpretación telefónica se ofreció por primera vez en 1981, cuando un policía de San José, California, creó, con la ayuda de un lingüista, una organización benéfica para superar las barreras idiomáticas con las que se encontraban en las comisarías.
Durante la década de los ochenta y sobre todo de los noventa (en España, hacia el año 2000), la mayoría de países de Europa Occidental comenzaron a organizar servicios de interpretación telefónica.
Actualmente, la interpretación telefónica (OPI Over the Phone Interpreting) y la interpretación por videoconferencia (VRI Video Remote Interpreting), en la modalidad de interpretación de enlace o de consecutiva, son ampliamente utilizadas en el sector privado y, sobre todo, en los servicios públicos, como elemento de acceso de la población extranjera, sean inmigrantes o turistas, a hospitales, dependencias policiales, servicios sociales, tribunales, entre otros. Este tipo de interpretación ofrece grandes ventajas en situaciones de emergencia (accidentes, delitos, etc.) en que el factor tiempo y la disponibilidad de intérpretes de lenguas poco comunes pueden ser determinantes.
En cuanto a la interpretación por videoconferencia, el primer experimento fue organizado por la UNESCO en 1976 para probar el satélite Symphonie. Unía la sede de la UNESCO en París con un centro de conferencias en Nairobi. La ONU efectuó experimentos similares durante las décadas setenta y ochenta del siglo pasado (Braun-Davitti 2018: 40).
En los años 90 se hicieron pruebas de interpretación simultánea por videoconferencia en la Comisión Europea, pero se vio que la calidad del sonido todavía no era lo suficientemente buena. Desde entonces, los avances tecnológicos en este campo han evolucionado sin cesar.
Hace tan solo tres años, en 2017, junto a la profesora Xus Ugarte, asistí a un congreso sobre interpretación remota y docencia online de la interpretación, donde presentamos una comunicación, que acaba de publicarse, en la que se trazaba la trayectoria de los estudios online de Traducción e Interpretación en la Universidad de Vic, iniciados ya durante el curso 2001-2002 y pioneros en el Estado español. Durante el congreso, un par de empresas mostraron sus plataformas y aplicaciones para interpretación simultánea remota, como una novedad. En el caso de una de las empresas, la demostración falló ¡por un problema con la Wifi! En tan solo tres años, el salto tecnológico en el sector ha sido espectacular, acelerado ahora por la epidemia de coronavirus. También los cambios en la docencia online de la interpretación han sido notables, por lo que la metodología que se planteaba en aquella comunicación hace tres años ha ido evolucionando (y lo seguirá haciendo) dentro del Grado en Traducción, Interpretación y Lenguas Aplicadas, impartido como grado interuniversitario entre la UVic-UCC y la UOC.
La actual situación sanitaria en todo el mundo ha potenciado el teletrabajo, en general, y ha acelerado el uso de las tecnologías de IR por parte de los intérpretes profesionales. Estos días las redes del sector bullen con noticias sobre nuevas (y no tan nuevas) plataformas y aplicaciones para interpretación remota, nuevos cursos de formación y, también, cierta nostalgia del ambiente de compañerismo en cabina, la emoción de poder hablar cara a cara y de estrechar la mano, en los coffee breaks, a los mejores expertos del mundo en el tema del que trata el congreso que nos haya tocado traducir, los viajes, etc.
Barry Olsen asegura que, en la historia de la interpretación, ya se puede hablar de una era pre-COVID y una era post-COVID. Compara los cambios que está experimentando la profesión en estos momentos con la gran transformación que supuso pasar de la interpretación consecutiva a la interpretación simultánea durante los Juicios de Núremberg en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. También asegura que las reticencias de algunos intérpretes de consecutiva de aquella época a abrazar la nueva tecnología no son distintas a las reticencias de algunos de los intérpretes de hoy frente a la interpretación simultánea remota.
La crisis sanitaria ha golpeado a muchos sectores económicos, entre los cuales el sector de congresos y eventos, lo cual ha tenido consecuencias graves sobre el colectivo de los intérpretes, mayoritariamente trabajadores autónomos, que, de la noche a la mañana, vieron como su actividad se paralizaba por completo. Madeleine Cases, intérprete y miembro de la junta directiva de AICE (Asociación de Intérpretes de Conferencia de España) lo explicaba en el programa Els matins de TV3 el día 12 de marzo.
Pero no solo los intérpretes que trabajan en el mercado privado se han visto afectados. También los intérpretes de la Unión Europea y de Naciones Unidas, muchos de ellos también freelance, sufrieron la paralización de su actividad, con las consiguientes consecuencias económicas y una cierta sensación de desprotección laboral. También ellos han tenido que adaptarse a trabajar desde sus casas y abrazar la interpretación remota.
No hay duda de que, aunque el sector de congresos presenciales se recupere con el tiempo, la interpretación remota convivirá a partir de ahora con la interpretación presencial. Algunas empresas ofrecen los llamados hubs, donde los intérpretes pueden trabajar en una cabina física, con un compañero (ahora difícil, por lo del distanciamiento social) y ver a los oradores, que se encuentran a kilómetros de distancia, a través de monitores de gran tamaño. En estos estudios, los intérpretes trabajan en cabinas normalizadas y cuentan con apoyo técnico.
Algunas de las principales plataformas de interpretación simultanea remota (RSI) que clientes e intérpretes están utilizando en la actualidad son, entre otras, Kudo, Interactio, Interprefy, VoiceBoxer y la española Olyusei. También Zoom, una de las herramientas para videoconferencias más empleada actualmente, tiene una opción que permite hacer interpretación simultánea, aunque con menores prestaciones que las plataformas especializadas.
Estas empresas ofrecen también soluciones para que el/la intérprete pueda trabajar desde casa, sin tener que desplazarse a un hub. Sin embargo, para poder trabajar en las condiciones necesarias que garanticen que el/la intérprete pueda proporcionar una prestación de calidad, hay que tener en cuenta aspectos de distinta índole: aspectos técnicos, relacionales, económicos, laborales, médicos, legales. Tony Rosado nos habla de estas y de otras cuestiones en su blog The Professional Interpreter.
Para empezar, si un/a intérprete quiere montar su estudio en casa, debe asegurarse de tener una adecuada conexión a internet, un micrófono de calidad profesional, que cancele los ruidos de fondo, unos buenos auriculares, un ordenador que cumpla con los requisitos de la plataforma proveedora de RSI, y dos pantallas para poder ver, al mismo tiempo, los soportes visuales que se presentan y a los oradores. Los intérpretes no son técnicos de sonido e imagen, por lo que cualquier problema de este tipo que surja durante un trabajo de interpretación puede generar un estrés adicional a un/a profesional que está realizando una tarea de por sí ya muy estresante.
Esta carga cognitiva adicional a la que se enfrenta el intérprete que trabaja de forma remota se debe a múltiples factores y no puede menospreciarse. Es de vital importancia comunicarse bien con los clientes para explicarles, por ejemplo, que ellos también deben contar con unos requisitos técnicos mínimos para que el sistema funcione de manera fluida; o hacerles entender que, aunque el intérprete trabaje desde casa necesita hacer turnos con un/a compañero/a, igual que haría en la cabina física; o que la posible falta de cierta información visual debe suplirse con explicaciones más claras por parte del cliente.
La Asociación Internacional de Intérpretes de Conferencia (AIIC) lleva tiempo explorando las implicaciones de la interpretación remota para sus asociados, y para la profesión en general, y ha elaborado distintas guías, pautas y recomendaciones, con el fin de velar por la protección de las condiciones de trabajo de los profesionales de la interpretación. Las asociaciones nacionales, como APTIC y AICE, están llevando a cabo acciones en el mismo sentido.
En un artículo futuro, nos adentraremos en otros aspectos de la tecnología de apoyo a la interpretación (Computer-Assisted Interpreting) que se mencionaban al principio de este escrito (SimConsec, software específico para la preparación de glosarios, reconocimiento de voz, etc.).
Por el momento, merece la pena no perder de vista las palabras de Bill Wood: “Interpreters will not be replaced by technology. They will be replaced by interpreters who use technology.”
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