Esta mañana, mientras corregía una traducción de un estudiante, he entrado en la página web de Fundéu BBVA: Fundación del español urgente. No me acuerdo de lo que buscaba, porque consulto un montón de cosas cada día, pero el caso es que he ido a parar a este artículo superinteresante sobre nombres de medicamentos, escrito por Isabel F. Lantigua y publicado hace unos cuatro años.
Os recomiendo la lectura del artículo entero, claro, pero no puedo evitar avanzaros algunas curiosidades:
- ¿Sabías que se tardan entre dos y tres meses en crear el nombre de un medicamento?
- ¿Sabías que “Viagra” es la combinación de letras de las palabras “vigor” y “salto del Niágara”?
- ¿Sabías que inventar un nombre para un medicamento puede costar hasta un millón de euros?
- ¿Sabías que las similitudes entre nombres de medicamentos causan errores médicos importantes y que incluso algunos se han tenido que cambiar por este motivo?
- Y, finalmente, ¿sabías que Rapamycin fue bautizado así en honor de la isla de Rapa Nui, donde se descubrió la bacteria de la que procede?
¡Muy interesante! Un comentario aparte merecerían las desviaciones populares de dichos nombres comerciales, como “Bisagra” o “Fernandol”, que ciertos pacientes usan en las consultas de medicina general. 😉