Esta es la tercera y última entrega entrega del curso 2023-24 de los microrrelatos escritos en el contexto de la asignatura Lengua Española IV, del grado en Traducción, Interpretación y Lenguas Aplicadas (interuniversitario entre la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña y la Universitat Oberta de Catalunya). Anteriormente se publicaron la primera entrega y la segunda. La profesora Eva Tresserras ha participado en la edición de las entregas.
La serie de animaciones Boredom & Hallucinations, obra de Laia Solé, artista plástica y profesora de la UVic-UCC, sirve como punto de partida para los microrrelatos.
Cada texto está precedido por el nombre de la persona responsable de su autoría. Después, puede seguir (puesto que no siempre se propone), en cursiva, una contextualización respecto a los vídeos; a continuación, en negrita (igualmente, si se ha propuesto), el título, y, finalmente, el propio microrrelato.
Constanza Alba Agostina Driuzzi Peralta
Aquí dejo mi microrrelato inspirado en la animación Spatiality & boredom.
Juego de sombras
Un día, un hombre estaba sentado en su sala, observando cómo la luz del atardecer se filtraba por la ventana. Aburrido, comenzó a jugar con su sombra en la pared, moviendo las manos y los brazos para crear diversas figuras. Al principio, se divertía viendo cómo su sombra imitaba sus gestos, creando formas familiares: un pato, un perro. Pero conforme avanzaba el juego, las figuras empezaron a distorsionarse, adoptando contornos extraños.
Una sensación de inquietud se apoderó del hombre al ver como su sombra adquiría formas que no reconocía: criaturas retorcidas y grotescas que se contorsionaban en la pared. El terror lo invadió cuando una figura oscura, con ojos que parecían destellos de luz malévola, se alzó ante él.
Con un grito, el hombre encendió la luz y la sombra desapareció. Temblando, se preguntó qué había creado realmente y si algo en su interior había tomado forma en las sombras de su imaginación.
Sandrine Fauvert
He escrito este microrrelato inspirándome en el conjunto de las animaciones.
Adversidad y sagacidad
En mi soledad, el silencio es sonoridad.
En mi soledad, el tiempo es eternidad.
En mi soledad, el espacio es inmensidad y la inmensidad es infinidad.
Infinidad de sueños que pasan por mi cabeza, pero no se hacen realidad. Se congelaron a la vez que el mundo. Atrapados entre estas cuatro paredes conmigo, ya no necesito perseguirlos. Infortuna fatalidad.
En mi soledad, mi identidad no tiene finalidad. Todo se deja para mañana, pero ¿qué ocurre cuando mañana será como hoy y hoy es como ayer e igual que mañana y no sabemos qué pasará hoy ni dónde estaremos mañana? Discontinua continuidad, intranquila tranquilidad. Ese tiempo de oro me ha aprisionado en su jaula dorada e intento matarlo a golpe de actividad, intensidad, ventosidad. Futilidad…
En mi soledad, la mayoría de los días, noto cómo se ciernen sobre mí los monstruos de la ansiedad y me quieren devorar sin piedad. Lo que no saben es que, en mi soledad, me han crecido alas y estoy cogiendo fuerzas para volar. Levedad, libertad. ¡Felicidad!
Rafael Mariano Felices Laliena
He escrito este microrrelato a partir de la animación Lightness & spatiality.
Pese a la claridad de la situación, no lo vio venir.
No había ningún obstáculo que se interpusiera entre él y la realidad.
Sin embargo, su propia soledad y esa manera de darle vueltas a las cosas, una y otra vez, le llevó al abismo. Es curioso observar, desde la distancia, cómo en ocasiones la cercanía puede ser tan lejana, cómo podemos abstraernos del presente inmediato de una forma tan natural.
Excusas sin justificación, silencios que lo decían todo, conversaciones en la misma lengua pero en idiomas diferentes.
Al final, las cosas caen por su propio peso y su impacto dependerá de nuestra fortaleza, de nuestra capacidad de reacción ante semejante shock. Siempre podremos buscar una salida digna, reconocer nuestros errores y acabar de una manera airosa. O bien seguir en la obcecación de que nuestra realidad es la única que existe y esperar a que todo explote para, posteriormente, tratar de escapar arrastrando nuestro orgullo por el suelo.
Berta Martí Chicote
Microrrelato inspirado por la animación Futility & lightness.
Las zapatillas de punta sobre los hombros, la noche oscura tras las luces artificiales que hacen resplandecer los copos de nieve como virutas de plata. La joven sabe que esta noche ha sido suya. En el eco de la calma nocturna, aún siente en su cuerpo el vigor de la primera ovación de su vida. Avanza avenida abajo y pasea por los deleites del momento: la euforia tras la ejecución perfecta de un esfuerzo ensayado hasta la náusea, el orgullo traído por los halagos de quienes deciden qué es bueno y qué no, las flores y claudicación de la rival más feroz y el ardor en la piel al oír en susurro grave e íntimo.
—Felicidades, has sido increíble.
Triunfo, halagos y las atenciones de un atractivo desconocido. La noche es suya y, en la codicia que esto le despierta, augura la avaricia de deseo que le robará el resto que le quedan.
Laia Pardo Tormo
Me he inspirado en la animación titulada Effort & futility.
Al parecer es en momentos como este en el que te vienen a la mente todos tus fracasos. ¿Cómo era la expresión inglesa? «Kick me when I’m down». Así funciona mi cerebro. «¿Recuerdas cuando tenías 13 años e hiciste el ridículo en la exposición de ese trabajo delante de toda la clase? ¿Y qué me dices de aquella vez en el metro cuando pensaste que esa chica te estaba saludando a ti? El mes pasado, sin ir más lejos, te viniste arriba con el peso en el gimnasio y la monitora tuvo que impedir que te partieras la crisma. Reconócelo, sabes perfectamente de qué te estoy hablando». Y así, en un solo instante, mi mente adelanta por la derecha a todas las personas odiosas que he tenido la suerte de conocer. Las deja a la altura del betún, vaya. Pues nada, no tengas prisa por volver; putísimas gracias y nos vemos a la próxima.
Alexandra Rodríguez Orozco
Mi microrrelato está creado a partir de la animación Boredom & Hallucinations.
Lucas y la monotonía
Como cada mañana, el despertador sonaba cinco veces antes de que Lucas se pudiera levantar. Sus días se le escapaban sin emoción, puesto que había perdido toda ilusión y se encontraba atrapado en la monotonía de su vida cotidiana.
Mientras contemplaba las calles pasar desde el autobús rumbo a la oficina, un temblor sacudió el vehículo y una luz cegadora lo envolvió. En cuanto pudo abrir los ojos, Lucas se quedó perplejo, ya que un ser de otro planeta estaba frente a él. Antes de que pudiera reaccionar, el extraterrestre le propinó un golpe dejándolo aturdido. De repente, pudo ver su vida pasar desde su nacimiento hasta sus últimos días, viéndose a sí mismo desprovisto de entusiasmo y rodeado de soledad.
Al despertar, se hallaba en una fría habitación de hospital, dado que había estado en coma durante tres días tras haber sufrido un accidente. Entonces comprendió que todo había sido una alucinación. Sin embargo, algo había cambiado, este golpe del destino había despertado en él una firme determinación para poder transformar su vida y le había hecho encontrar el valor necesario para buscar la plenitud que había estado eludiendo durante tanto tiempo.
Esther Serrano Pertierra
Yo me he basado en la serie de animaciones. Tomé la idea que la propia artista explica para hacer mi relato: un personaje atrapado en un fotograma.
Punto de fuga
«¿Cómo sentir el paso del tiempo sin un sol al que mirar?», se pregunta después de haber estado paseando, haciendo ejercicio, haciendo nada, aburriéndose… para luego matar al aburrimiento.
Solo sabe que hay algo que no llega, o que hay algo que falta. Desconoce los motivos de su inquietud, porque lo único que hace es igual que lo que ha hecho siempre: intercalar idénticas acciones en un mismo plano.
Hasta que se da cuenta. No es lo que ve, es lo que no ve. No tiene horizonte.
«Sin horizonte no hay punto de fuga. No puedo salir de aquí». Antes sentía un vacío, pero ahora que lo ha descubierto le invade un intenso pesar. Y busca una explicación a su encarcelamiento. Su creadora no es Virginia Otis, que se ha quedado sin pintura. Tampoco es Basil Hallward, puede afirmar tras un rápido vistazo a su figura.
Y así, atrapado, se ve obligado a usar las gotas de sudor como lágrimas.
Mientras tanto, su autora yace, dormida, ignorando esta tortura.
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